lunes, 5 de febrero de 2018

MI GRAN AVENTURA: JULIO MORENO ESCRITOR / JULIO MORENO GUISADO



 Todo estaba nublado, ya no recordaba nada. No sabía en donde estaba ni como había venido aquí.
Cuando me miré los bolsillos a ver dónde estaba mi móvil, vi que no tenía anda. Ni cartera ni monedas para por hacer una llamada; solo sabia en donde estaba ahora mismo, era un bosque de cualquier lugar del mundo, ciudad y país…
Durante unos cuantos minutos empecé a observar el lugar y a ponerme a pensar si recordaba algo de anoche, pero nada. Lo único que me quedaba por hacer ahora mismo si quería sobrevivir era seguir adelante como sea. Los minutos emperezaron a pasar, e incluso las horas…
Era peor día de mi vida, estaba perdido en el bosque e incluso se empezó a llover para joderme más…  me fui a ver si encontraba algún lugar donde podría pasar el día hasta que dejara de llover, pero solo veía árboles y campo… cada vez estaba más cansado, tenía ganas de beber algo de agua, pero no veía en donde cogerla.
Esto cada vez se me estaba complicando cada vez más… lloviendo y encima estaba ya oscureciendo aquí en el bosque. No me lo creía lo que me estaba pasando, sólo estaba pensando en mi familia nada más.
Una vez que he encontrado un sitio donde poder pasar la noche, no podía confiarme por lo que podía venir aquí, en esta pequeña cueva; pero por lo menos no me mojo.
Al cabo de unas horas metido en la cueva, vi que la lluvia estaba parando, pero ya era de noche, lo mejor sería poder intentar hacer un fuego para poder pasar bien la noche. Sali a ver si veía algo para poder el fuego, pero solo lo que veía estaba mojado, incluso, no veía nada, la mejor manera era para no pasar frio era adentrarme más al fondo de la cueva; pero me la jugaba si habría algo allí dentro, así que, me metí unos cuantos metros y me arrime a la pared y me acurruque allí hasta que amañara la lluvia.
Sobre las seis y algo de la mañana, Sali de aquel lugar… habría pasado mi primera noche en el bosque y solo. Solo sin ninguna protección para poder defenderme de cualquier animal…
Como iba caminando de frente mirando al sol, vi que cada vez me iba alejando más de la cueva que había pasado la noche. Como iba caminando entre las rocas y subiendo cuestas arriba y abajo, en una de las piedras me había caído y me había hecho un corte en la pierna, a la altura del gemelo. La piedra con la que me había cortado, era nada más que pizarra, no me había dado cuenta que la había pisado.
Al mirarme la herida, vi que era un buen corte, pero no tan grave, solo que sangraba mucho, así que, me tuve que romper una parte de la camisa para poder ponérmela y seguir la marcha como sea.
Al cabo de unos cuantos metros más adelante, vi un rio bien largo; pero en la posición en donde estaba ahora mismo, era muy alta, tendría que descender unos cuantos metros de piedras y de arena que podría derrumbarse para poder llegar a él. Empecé a ver cómo podría bajar al rio, pero como lo estaba viendo, por un lado, o por el otro, tendría que bajar piedras y arena que podría derrumbarse.
Durante unos cuantos minutos, empecé a pensar que hacer… pensando también en la situación en la que me encontraba con la pierna, no era muy grave, pero seguía siendo un buen corte y necesitaba algún punto que otro…
Viendo con mis ojos a unos cuantos metros delante de mí, un rio donde podría beber algo de agua, y en medio se entrometía una buena bajada donde me podría hacer más daño o no, esa era la cuestión, pensalo bien antes de hacer una tontería.
Allí sentado en aquellas piedras y viendo el rio, iban pasando los minutos, pero no se me podría complicar más, detrás de mí, había ni nada que un oso, de aproximadamente unos cientos cuarenta kilos, y de altura unos dos metros y algo, no me lo podría creer lo que me estaba pasando. Cada vez se iba complicando más esta pequeña aventura como la llamo.
Sin dejarlo de mirar, empecé a levantarme muy despacio, aquel oso se le veía algo cabreado y poco a poco, se iba acercando cada vez más a donde estaba yo.
El corazón se me estaba acelerando cada vez que se acervaba a donde estaba yo, y poco a poco, miraba atrás para no poder caerme por la cuesta que había de piedras… no quería hacer movimientos muy buscos por si se lanzaba a por mí y tendría que saltar a todas esas piedras para que no me matara el oso, pero las opciones se me iban acabando cada paso que daba el oso. Cada paso que daba, se iba acercando más a donde estaba yo, y subirme al árbol que tenía al lado, ya era demasiado tarde, si quería sobrevivir tendría que bajar toda aquella cuesta abajo sin pensármelo dos veces. Así que, cuanto estaba a unos diez metros delante de mí, me tiré por aquella cuesta abajo.
Nada más llegar al suelo, vi que estaba seguro de aquel oso, pero de los golpes que me he dado. Ahora creo que me he roto algo, porque el dolor que tenía en el brazo era inmenso. Al incorporarme vi que el brazo estaba sangrando, tenía un corte en el brazo y la muñeca la tenía rota. Aparte, de los arañazos por el cuerpo y la cara, claro está.
Una vez que llegue al rio, vi que no era muy profundo, era un riachuelo que bajaba el agua de bastante lejos, así que, decidí descansar allí durante unas horas, hasta que me encontrara algo mejor.
Al cabo de una hora así, decidí seguir la marcha hacia arriba del rio, porque el agua corría para abajo. Como iba andando, me di cuenta que no podía seguir del dolor que tenía en la muñeca, así que, decidí buscar un palo para poder ponérmelo en la muñeca y que estuviera inmovilizada hasta que llegara al médico.
Buscando por ahí algo, vi que había dos pequeñas ramas, no eran muy grandes; pero eran algo que me podía servir. Empecé a cortarlas a la medida de mi muñeca y con un cacho de mi jersey la ate. Vi que no era muy buena cosa, pero era algo mejor que sujetar mi propia mano.
Una vez ya listo, empecé a reanudar mi marcha dirección arriba por la orilla del rio.  Cada vez como veía la orilla del rio no iba siendo segura, porque las rocas que había eran muy grandes y podrían resbalar y caerme al rio, así que, decidí bordear el rio por arriba otra vez.
Como iba subiendo aquella pequeña cuesta, me estaba costando más que antes. Estaba cansado, me dolía la mano, las piernas de andar, tenía ganas que esto acabara, pero no era así, cuando subí aquella pequeña montaña, vi lo que se dice a lo lejos y al otro lado del rio una cabaña. No era muy grande, pero parecía que vivía alguien allí… ahora, tenía que pensar en cómo cruzar al otro lado del rio, sin que me llevé la corriente para abajo, así que, me senté allí arriba durante unos minutos.
Durante unos minutos, empecé a observar todo el terreno, no podía ver con detalle las cosas, pero se podría apreciar bien por donde podría ir. Veía que a mi derecha tenía un caminito que se iba metiendo para la orilla del rio y luego se metía para dentro otra vez; pero la bajada de esta pequeña montaña pequeña era peor por la que me caí… tenía dos opciones, seguir ese camino, o coger el camino que tengo detrás de mí que iba para dentro del bosque.
La cuestión es, que se me estaba complicando cada vez que iba avanzando.
Por otro lado, intentaba recordar como vine aquí, pero no recordaba nada todavía. Era como si me fuera olvidado.
Ya era hora de seguir mi marcha. Empecé a bajar la cuesta despacio; pero veía que era imposible, así que, decidí sentarme en el suelo y bajarla sentado. Como ahora no tengo prisa por bajar y no me persigue anda, ahora poder bajar más tranquilito que antes…
Como iba bajando, iba apoyando la mano derecha en el suelo muy despacio, porque la izquierda no podía.
Una vez que llegue abajo, tenía todo el culo manchado. En ese monto, me acorde cuando era pequeño y me arrastraba por las montañas abajo sentado.
Empecé a caminar por aquel camino. Al cabo de unos cuantos minutos andando por el camino, me volví a cruzar con otro peligro más, esta vez eran dos osos casi iguales de grandes, sin pensármelo dos veces, me escondí en uno de los árboles que tenía a mi derecha. Tenía el corazón que se me salía del pecho, otra vez en la misma situación que antes; pero esta vez, no tenía montaña abajo para saltar.
Empecé a observarlo muy despacio sacando la cabeza por un lado del árbol, para ver que hacían. Vi que estaba despalda, eso me imagine que todavía no me habían visto ninguno de los dos.
Era lógico, era el peor día de mi vida. La pierna herida, la muñeca rota y delante mía, dos osos que eran más grandes que yo y para rematar la faena, estaba en un bosque que no conozco de nada y no recuerdo nada de que hago aquí metido. Esto solo me podría pasar a mí, nada más que a mí.
 Nada más savia mirar a esos osos que tenía delante de mí, porque no me fiaba de ninguno de ellos, así que, empecé a observar a mi alrededor a ver que podía hacer para no llamarles la atención a esos osos.
Empecé a moverme de árbol en árbol, hasta que pude alejarme de ellos unos metros. Una vez que, ya no los tenía encima, seguí mi marcha por aquel camino.
Una vez que llegar al puente que cruzaba el rio, vi que no estaba en condiciones para pasar bien. Si quería pasar al otro lado del rio, tenía que jugármela que me arrastrara la corriente abajo. No tenía más remedio que pasar por el puente si quería pasar al otro lado, así que, empecé a andar por aquel puente que estaba roto a cachos y con la única mano que tenía libre para agarrarme, me agarré a la cuerda que sostenía el puente.
No iba muy rápido porque el puente se balanceaba de un lado al otro, pero iba avanzando muy despacio para no poderme caer al agua.
Como iba pasando por el puente solo veía la corriente que iba río abajo, no quería pensar que me pasaría a mí sí me cayera ahora mismo; así que, empecé a acelerar un poco el paso, pero en el último cacho que me quedaba para llegar a la orilla, no había ningún cacho de tabla para poder pasar, solo tenía que saltar, no era mucho, solo era un metro y medio nada más; pero era mucho para mí de la forma que estaba.
Durante unos minutos empecé a observar que yo podría saltar, no era mucho, solo tenía que pegar un impulso nada más. El miedo que me daba era por el puente, por la forma que estaba, no estaba muy bien que digamos; pero no tenía otra opción más que saltar si quería salir de aquella orilla y poder llegar a aquella casa que he visto.
Al cabo de unos minutos de descansar y poder coger un poco más fuerzas para poder saltar, miré detrás de mí y vi que los dos osos habían olido mi rastro hasta el puente, ahora que sí, tenía que saltar quiera o no quiera, porque el oso quería llegar hasta donde estaba yo. Una vez que vi al oso subirse al puente, vi que el puente empezó a moverse de un lado al otro, tenía que saltar lo antes posible, antes que se rompiera el puente y me cayera al rio. Durante unos segundos cerré los ojos y di un paso atrás para poder impulsarme y saltar mejor, espere hasta que el puente no se moviera tanto y salte.
En ese mismo instante de saltar, el puente se había roto y uno de los osos cayo al rio. Vi cómo iba rio abajo, mientras el otro oso le perseguía por la orilla.
Una vez que estaba en tierra firme y en la otra orilla del rio, empecé a echarme a reír yo solo. No me lo podría creer que lo consiguiera con la muñeca rota y la pierna como la tenía. Durante unos minutos, me quede tumbado en el suelo, hasta que una pareja que iba paseando por la orilla del río me vio tirado allí mismo y me ayudo a levantarme y me llevaron a su casa para poderme curarme las heridas que tenía.
Una vez en la casa, sin pasar peligro ni nada, llamé a mi familia y le conté lo que había pasado, mi familia y los hombres de la casa, no se lo creían lo que me habían pasado; pero termino feliz la cosa, yo vivo y con mi familia, es lo que importa ahora mismo.



                                                        Julio Moreno Escritor 


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