SEGUNDA PARTE
Nada más formar parte de la casa, empecé a ver a toda aquella
gente como era en la vida real. Solo
llevo lo que se dice unos minutos aquí metido en esta casa y, ya me estoy
rallando con toda esta gente.
Ahora mismo, quisiera saber que estarán hablando mis amigos
que se han quedado fuera, los echo de menos a ellos y a mi familia también.
Por otro lado, mis amigos…
_ ¿Qué ha pasado? Que alguien me diga algo. — Dijo Alex que
no se lo estaba creyendo lo que había pasado.
_ ¡No lo sé! — Dijo Isabel. — Lo único que sabemos es que
Tobías ya no está con nosotros. — Dijo Isabel llorando.
En ese momento, Dijo Alexa:
_ Tobías está pagando pecados que cometió su familia en el
pasado. ¡Se que es una tontería! ¡Pero es cierto! — Dijo Alexa muy seria.
_ ¡Sí! Pero dijo algo de la maldición de los Hernández. ¿No? —
Dijo Isabel.
_ ¡Así es! ¡La maldición de los Hernández se ha tomado su
venganza! — Dijo Alexa.
_ ¿Se lo tenemos que contar a la policía? ¿No? — Dijo Marta
que estaba alucinado con todo esto.
_ ¡No! Primero vamos a su familia a ver si pueden arreglar
esto, y luego Dios dirá… Dijo Alex.
Mientras tanto en la casa:
Mientras tanto, estaba andando de un lado al otro buscando
una salida para poder salir de esta casa y volver con los míos, pero no veía la
forma ninguna. Como dijo la mujer del cuadro, estoy encerrado para siempre…
Al cabo de unos minutos… empecé a hablar con el hombre viejo
de la casa, aquellas palabras que salían de su boca, cada vez me estaba
quedando impresionado con lo que me contaba. Decía, que mi antigua familia en
realidad se llama Hernández y la mujer del cuadro es familia mía, por parte de
mi padre. Como estaba contando, vino la mujer del cuadro y tubo que parar…
_ ¿Qué estáis hablando? — Dijo la mujer del cuadro un poco
cabreada.
_ ¡Nada, madre! Estaba contando al chaval como pasamos el
tiempo aquí en la casa. — Dijo el viejo.
_ ¡Eso espero! — Dijo madre con una cara mosqueada. —
¡Tobías, ven aquí! — Dijo madre.
_ ¡Voy! — Dije a madre.
Una vez que llegue donde estaba madre, ella me dijo:
_ Si tienes que preguntar algo, ven a mí. A nadie más… ¿Vale?
— Dijo madre un poco cabreada.
_ ¡Vale! — Dije a madre.
_ Ya puedes irte donde quieras…
_ ¿Me puedo ir a mi casa? — Dije a madre.
_ ¡Si puedes salir de esta casa! ¡Pero lo dudo! — Dijo madre
riéndose… — Estas condenados a bajar por
el mundo de los vivos durante toda tu vida, igual que nosotros Tobías.
¡Recuérdalo toda tu vida!
Cada vez estaba más cabreado. No sabía que hacer ya para
salir de esta casa.
Por otro lado, no dejaba de pensar de lo que me había dicho
el viejo, de que madre era de mi familia y yo pertenecía a los Hernández… Aquí
los minutos eran eternos, y no te digo las horas…
Por otro lado, mis amigos…
Una vez que llegaron a la casa de los padres de Tobías, empezaron
a hablar de lo que paso en la casa.
_ ¡Hola Claudia! ¿Podemos hablar? — Dijo Alex con una cara de preocupación…
_ Y ¿Tobías donde esta? ¿Qué le ha pasado? — Dijo Claudia alterada…
_ ¡Di a tu marido que venga! Es algo muy serio que ha pasado
con Tobías… — Dijo Alex.
Una vez que el padre de Tobías se sentó en el comedor con
todos, Alex empezó hablar de lo que paso…
_ ¿Pero esta bien? ¿Esta en el hospital? — Dijo la Claudia.
_ ¡No! Tobías no está en el hospital ni nada. — Dijo Alex.
_ ¡Es algo peor! — Dijo Alexa.
_ ¿Cómo peor? — Dijo Tobías padre.
_ ¿Tobías, te suena la familia Hernández? — Dijo Alex muy serio.
_ ¡No! — Dijo Tobías padre.
_ ¡Esto que te voy a decir te sonara a cuento chino! — Dijo
Alexa. — Los Hernández se ha tomado su venganza. ¿Sabes algo con eso? — Dijo
Alexa.
_ ¡No! — Dijo Tobías padre.
_ Resulta, que estábamos caminando por el bosque y de repente
vimos una casa abandonada. Y una vez que pasemos, había fantasma de verdad, y a
Tobías esos fantasmas los conocía… y una
vez que los vimos, queríamos salir de la casa y no podíamos. La única manera de
salir de aquella casa era que, Tobías se tenía que quedar con ellos para
siempre. Y es cuando una mujer, me dijo que te dijera, los Hernández han tomado
su venganza. Con eso tu lo sabrías Tobías.
_ ¿Llévame donde esta esa casa? — Dijo el Tobías padre cabreado.
_ ¡La casa ya no está! — Dijo Carlos. — Desapareció cuando salió el ultimo Alex…
_ ¡De todas formas quiero ir! ¡Llevarme! — Dijo Tobías padre.
_ ¡Vale! — Dijo Alex. — No vas a encontrar nada.
Al cabo de unos cuantos minutos, lleguemos al sitio donde
estaba la casa. Tobías padre, al ver el sitio, se le vino una imagen a la
cabeza.
_ ¿Aquí estaba la casa? — Dijo Tobías padre.
_ ¡Sí! ¿Pasa algo? — Dijo Alex asustado…
Aquel sitio para el padre era algo que no quería recordar. En
ese sitio había una casa encantada que le hablo su padre hace años atrás…
_ ¿Estas seguro que es aquí donde estaba la casa? ¡Alex! —
Dijo Tobías padre con una cara de preocupación…
_ ¡Así es, Tobías! ¡Aquí era es lugar! — Con cara de
preocupación… — Un poco más adelante, estaba la casa. ¡A unos vente metros
empezaba los escalones de la casa!
_ ¡Esta bien! ¡Te creo, Alex! — Dijo Tobías padre. — ¡Te
creo! Porque lo de la maldición a mi familia es real. Pero Carla no lo sebe, no
sabe nada. También, nos tuvimos que cambiar el apellido. En realidad, mi padre
se apellida Hernández y no Fernández.
Alex, al escuchar todo eso, se quedo impresionado con lo que
estaba escuchando. Y dijo:
_ ¿Por qué lo ocultasteis a tu familia? — Dijo Alex.
_ Porque creía que las historias que me contaba mi padre eran
cuantos chinos. ¡Ahora se que son verdad! Y lo malo, que no se lo puedo
preguntar ahora, porque tiene Alzheimer.
_ Y ¿Qué le vas a preguntar? — Dijo Alex muy interesado.
_ ¡No lo sé! Por otro lado, si abría algo más de esa historia
que no me pudo contar, estaría encantado. ¡Cualquier cosa para poder salvar a
mi hijo!
Mientras tanto, dentro de la casa, madre llama a Tobías para
que se asomara por la ventana y viera a su padre.
Nada más que Tobías se asomo a la venta y vio a su padre,
dijo:
_ ¡Padre! ¡Estoy aquí en la casa! ¡Ayúdame! — Dijo Tobías
desde la casa.
_ ¡No te molestes! Nadie te va escuchar. Eres un fantasma
para ellos… y ¡para el mundo!
Tobías al ver tanta impotencia que nadie le podía escuchar, se
fue a golpear a madre con tanta rabia que, no puedo llegar ni aun metro de
ella. Los otros fantasmas le detuvieron antes…
Tobías, tirado en el suelo de la casa llorando al no poder ya
hablar a su padre, dijo a madre:
_ ¿Cómo nos puedes hacer esto siendo de tu familia? — Dijo
Tobías ya cabreado. — ¿Qué te hemos hecho? — Volvió a preguntar llorando.
Madre al escuchar esas palabras, miro al hombre mayor y dijo:
_ ¡Contigo ya hablaremos más tarde! — dijo madre cabreada al
hombre viejo. — Y Tobías a tu pregunta, ya llegara su momento de saber la
verdad… ¡Contempla a tu padre y amigo! Porque te vas a tirar muchos años
encerrado en esta casa. ¡Eso te lo juro!
Al escuchar eso, me lévate del suelo y me fui a la ventana a
ver a mi padre y a mi amigo Alex. No podría hacer nada para salir de la casa.
Por otro lado, mire al viejo que estaba en la escalera y su
mirada me dijo todo. Sabía que había metido la pata al decirle eso a madre.
Ahora el viejo no querrá hablarme.
Volví a ver por la ventana y vi a mi amigo y a mi padre que
estaba allí hablando. Desde aquí no los escuchaba, así que, no sabia que hacer
para escucharlos.
En ese momento vino otro fantasma y me dijo:
_ ¡No te preocupes! Tarde o temprano volverás a verlos. —
Dijo el fantasma.
_ Y ¿Cómo sabes tu eso? — Dije al fantasma.
_ ¡Porque sois familia! — Dijo. — Ya nos da lo mismo lo que
nos haga madre, ya hemos sufrido bastante por ella. Por otro lado, hay una salida
para salir de aquí de esta casa.
En ese momento, vi lo que se dice la luz, y le dije:
_ ¿Cómo? ¿Qué tengo que hacer? — Dije cabreado.
_ ¡Por ahora nada! — Dijo el fantasma.
_ Yo no puedo tirarme aquí encerrado toda mi vida. ¡Soy
joven! ¡Tengo familia! — Le dije al fantasma.
_ ¡Ya lo sé! Pero a ella eso no le importa ya. Como la judío
tu familia, tienen una sed de venganza que nadie se la puede quitar de la
cabeza. — Dijo el fantasma.
_ ¡Iré a hablar con ella! — Dije.
_ ¡No es buena idea! — Me dijo el fantasma cogiéndome de la
mano.
_ Y ¿Por qué no? ¿Pasa algo malo? — Pregunte muy preocupado.
_ ¡No! Mejor no vallas hoy a hablar con ella. ¡Ahora tienen
su momento de gloria por lo que te ha hecho! — Dijo el fantasma. — Te aconsejo
que estés asomado a la ventana por si viene ella y te quita de ver por la
venta. —Dijo el fantasma.
_ ¡Esta bien! — Dije. — ¡Es que! No puedo verlos ahí fuera y
yo aquí dentro sin hacer nada para estar con ellos ahí fuera. — Dije cabreado.
_ ¡Te tienes que acostumbrar!... ¡Así es tu nueva vida a
partir de ahora! ¡Madre habla, y nosotros obedecemos! — Dijo el fantasma.
_ ¡Esto cambiara tarde o temprano! ¡No me voy a rendir!
¡Aunque me cueste muchos años, saldré de esta casa con vuestra ayuda, o sin
ayuda! — Dije careado.
_ ¡Lo que tu digas! Pero ahora tenemos que observar… — Dijo el
fantasma.
Por otro lado, el padre de Tobías que estaba ahí fuera con
Alex hablando, dijo:
_ ¡Alex! — Dijo Tobías padre.
_ ¡Sí, Tobías! — Dijo Alex.
_ Quiero que vengas conmigo a ver a mi padre. — Dijo Tobías
padre.
Alex, al escuchar eso, se quedo muy impresionado y dijo:
_ ¡Seria un honor, Tobías! — Dijo Alex muy emocionado.
_ Así, podrías hablar con mi padre sobre la casa que visteis.
¡Porque la verdad, yo nunca vi esa casa! — Dijo Tobías padre.
En ese momento, en la casa:
Nada más que vi que se iban mi padre y mi amigo Alex, se me
quedo una cara de tristeza. En la mente se me vino que ya no los veía nunca más
en la vida. En ese momento, vino madre a hablar conmigo.
_ ¿Dime madre? ¿Qué pasa? — Dije con una cara de tristeza.
_ ¿Podemos hablar? — Dijo madre muy seria.
En ese momento, miré madre a la cara y la dije:
_ ¡Sí! ¿Qué quieres? — La dije con pocas ganas…
_ ¿Por qué me miras con esa cara de asco? ¿Te piensas que no
me doy cuenta? — Dijo madre.
_ ¡Ya sabes porque te miro! — Dije tirándola una indirecta.
_ ¿Por qué me he tomado mi venganza? ¿Solo por eso? — Dijo madre.
¡Sí! Solo por eso. — Dije cabreado. — Yo no tengo culpa que
mis antepasados te hicieran lo que hicieran. Nosotros somos diferentes con las
personas. ¿Por favor, podrías volverme al mundo de los vivos? — Dije
arrodillado ante ella.
_ ¡Así os quiero ver a todos! ¡Arrodillaos ante mí! — Dijo
madre cabreada, y se fue…
Ya no sabia que hacer para que me volviera a la vida. Las esperanzas
de estar con mi familia y mis amigos se fumo hace unas cuantas horas… Aquel día
que iba a ser especial para mí, se volvió el peor día de mi vida y el de mi
familia.
Echo de menos a mis padres y solo han pasado unas horas… No
quiero imaginarme no verlos nunca más a ninguno, y como dije a Alex, saldré como
sea, aunque tenga que matar a madre…
Julio Moreno
Escritor
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