PRIMERA PARTE
Estábamos en una casa que era la primera vez que la había
visto en mi vida. La cual, siempre había pasado por ese mismo lugar y nunca la
había visto.
Mis amigos, nada más sabían decir que pasáramos… y la verdad,
buena espina no me daba. Era una casa bien grande, de dos plantas de alta. A
primera vista, la casa se veía que era un palacio, eso no me gustaba mucho para
mí. Lo segundo que era, que nunca la había visto en este sitio.
Uno de mis amigos nada más me decía: si tenia miedo de este
lugar. Y la verdad, miedo no tengo, lo que no me gusta de este sitio es, que
hemos visto esta casa hoy y otras veces que hemos venido por aquí, no la hemos
visto.
Como íbamos andando para la casa. Mis amigos los veía que la
estaban gozando, saltando de un lado al otro hasta que lleguemos a la casa.
Una vez en la puerta de la casa. Ninguno quería llamar a la
puerta. Se parecía que les daban miedo a ellos.
_ ¿Qué os pasa ahora? ¿Ya no llamáis? — Dije a mis amigos riéndome.
_ ¡No es eso! — Dijo
Alex.
Alex, era el más valiente del grupo, el que decía no tenia
miedo a nada. Pero como le veo ahora, tiene miedo a llamar a un timbre.
Al cabo de unos cuantos minutos, al final llamo Isabel. Pero
cuando llamo dijo: ¡Que he hecho! Todos nos quedemos mirando sin decir nada. Al
cabo de unos segundos, la puerta se abrió sola.
Una vez que la puerta de la casa misteriosa que apareció en
el bosque ese día, nos abrió las puertas para que entremos en su casa.
Como íbamos pasando lentamente, se nos notaba que estábamos
lo que se dice cagaos de miedo. Yo era el primero que no se fiaba de nadie, y
el que no quería entrar en esta casa. Pero, no iba a dejar a mis amigos solos
que entraran…
Nada más que entremos todos, las puertas se cerraron sola.
Todos nos asustemos al escuchar como la puerta se cerró.
Yo, empecé a mirar por todos los lados de la casa, quería ver
a alguien; pero no veía a nadie.
Empecemos a subir las escaleras para ver que había en la
segunda planta. Como íbamos subiendo las escaleras, los marcos que había en la
pared, se parecía que me estaban mirando. Aquellas caras de hombre y mujeres
mayores de edad, me transmitía malas vibraciones.
Como iba subiendo, sentí como alguien me toco el brazo
derecho. Es el brazo que iba al lado de los cuadros de la pared.
Ya casi llegando a la planta de arriba. Empecemos a escuchar
una pequeña música. La música que estaba sonando era antigua. Cuando empecemos
a escuchar la música, todos nos quedemos parados y empecemos a mirarnos.
_ ¿Escucháis lo mimo que yo? — Dije a mis amigos con una voz
de asustado.
Mis amigos se empezaron a mirarse unos a los otros…
_ ¡Claro que sí! — Dijo Alex. — ¡Subamos a ver quién es! —
Dijo riéndose.
Empecemos a subir lo que nos quedaba de las escaleras. Una
vez arriba. Empecé a mirar a la izquierda como a la derecha. No sabia a donde
ir… mis amigos, se dividieron cada uno a la derecha y otro a la izquierda; pero
yo, tenía que decidirme si ir a un lado o al otro. Sin pensármelo dos veces, me
fui a la izquierda, con mis amigos Isabel, Juan, Esther. Mientras que, Alex,
Marta, Carlos y Alexa, se fueron a la derecha.
Como íbamos andando, el escalofrió que me estaba corriendo
por todo mi cuerpo cada vez era mayor. Pero de repente, cuando lleguemos a una
de las habitaciones que tenia a mi izquierda, sentí que había alguien ahí
dentro. Mi compañero Juan, quiso abrir la puerta.
_ ¡No! — Le dije muy asustado.
Juan me miro como diciendo:
_ ¿Pasa algo Tobías? —
Me dijo muy serio.
_ ¡Creo, que no estamos solos en la casa! — Exclame. — ¡Hay
alguien más con nosotros! — Le dije muy asustado.
_ ¡Eso esta claro! — Exclamo riendo Juan y los demás. — Hemos
venido con más gente. — Dijo riéndose el solo.
_ ¡Que gracioso eres! — Exclame.
Juan, abrió la puerta y nada más abrirla, vimos lo que era
una mujer fantasma tocando la gramola.
Nos quedemos todos con la boca abierta y poco a poco,
cerremos la puerta y nos fuimos corriendo donde estaba Alex y los demás.
Una vez que Alex nos vio que lleguemos corriendo ante ellos
dijo:
_ ¿Qué pasa? ¿Se parece que habéis visto un fantasma? — Dijo
riéndose…
Cuando dijo la palabra fantasma, todos señalemos con el dedo
a la habitación del fondo. Como diciendo que allí había uno.
_ ¡En la habitación del fondo hay uno! — Dije asustado. —
¡Rectifico! Hay una mujer fantasma tocando la gramola. ¿A que si, chicos? — Dije.
_ ¡Sí! — Exclamaron todos asustados.
_ ¡Yo me voy de esta casa! — Dije asustado. — Os acordáis que dije que me
daba mala espina venir aquí. ¡Pues me voy! — Dije.
_ ¡Tranquilos! — Dijo Alex. — ¡Vamos a ver todos lo que hay
en esa habitación!
Poco a poco empecemos a ir aquella habitación. Yo, iba detrás
de mis compañeros; pero esta vez no quería quedarme el ultimo, así que, me puse
detrás de Alexa, que iba casi al lado de Alex, que iba el primero.
Una vez que lleguemos a la puerta. Alex abrió la puerta y vio
la gramola y a nadie más allí…
_ ¡Ves como no hay nadie en la habitación! — Dijo Alex riéndose.
_ ¡Te juro que había alguien aquí tocando esta gramola! —
Dije a Alex y a los demás. — ¿A que es verdad chicos? — Dije asustado.
En la habitación solo había cuadros de los antiguos dueños de
la casa. Pero en la mesa, había un cuadro boca abajo, cuando le di la vuelta,
vi a la mujer que estaba tocando la gramola y el cuadro se me callo al suelo.
_ ¡Es esta la mujer que vimos aquí tocando la gramola! — Dije
asustado.
Alexa cogió el cuadro del suelo y dijo:
_ ¿Esta es la que visteis chicos? — Dijo Alexa.
_ ¡Sí! — Dijeron los demás… — ¡Fue esa mujer! — Dijimos
todos.
_ ¡A ver! — Dijo Carlos un poco asustado. — Lo que yo no comprendo es, porque vosotros la
veis visto, y nosotros no la vemos ahora…
_ ¡No lo sé! — Dije. — Lo único que quiero es irme de esta
casa lo antes posible y olvidarla.
En ese momento, el cuadro de aquella mujer que Alexa lo había
dejado encima de la cama, empezó a levantarse solo y la mujer de la foto empezó
a hablar…
_ ¿Me tenéis miedo? — Dijo la mujer de la foto.
Yo, al ver que la mujer de la foto empezó a hablar, me quedé
paralizado durante unos segundos y me fui corriendo de esa habitación…
Cuando llegue a la puerta de la casa, no podía abrirla porque
estaba cerrada.
Desde abajo, vi a mis amigos bajar las escaleras corriendo
hasta donde estaba yo. Una vez que estábamos todos en la puerta de la casa,
empecemos a tirar de la puerta a ver si podíamos abrirla, pero nada. Seguía sin
abrirla.
Por otro lado, Carlos fue a ver si se podía abrir la ventana;
pero nada. Las ventanas estaban cerradas. No podíamos romper el cristal. Estábamos
encerrados en esta casa.
Durante unos cuantos minutos, estuvimos todos en la puerta a
ver si podíamos abrirla; pero seguía igual. Estaba cerrada. No teníamos más remedio
que quedarnos en esa casa.
Durante unos minutos mirando a todos los lados de la casa a
ver si veía algún fantasma otra vez, decidí hacer una cosa.
_ ¿Por qué no subimos chicos y hablamos con la mujer del
cuadro? — Dije a mis amigos asustado.
Al decir eso, todos empezaron hablar… parecía un gallinero
aquello…
_ ¡Tranquilos! ¡En uno, en uno! — Exclame. — Y dije ¿Quién
sube conmigo arriba para hablar con la mujer del cuadro?
Vi que mis amigos no querían subir ninguno arriba, así que,
me fui yo solo arriba a ver que quería aquella mujer del cuadro; porque tengo
muchas preguntas que hacerla.
Como iba subiendo las escaleras, escuche la voz de Alexa.
_ ¡Espera! Subo contigo. — Dijo Alexa. — ¡Veo que nadie
quiere subir a hablar con un cuadro! — Dijo un poco cabreada.
_ ¡Ahora mismo tengo más miedo que ninguno! Así que, que se
le va hacer, Alexa. — La dije.
_ ¡Como todos! ¡Vamos!
Como íbamos subiendo las escaleras, los cuadros ya empezaban
a moverse. Sacaban las caras de los marcos, como las manos. Incluso, uno de los
cuadros, me toco con la mano…
Nada más llegar a la habitación, vi el fantasma de aquella
mujer otra vez tocando la gramola., pero esta me dijo:
_ ¡Pasa hijo! ¡No te voy a comer! — Riéndose la mujer…
La empecé a mirar de arriba a bajo y era exactamente un
fantasma. No era ningún truco ni nada. Así que, mi amiga Alexa la dijo:
_ ¿Qué quieres de nosotros? — Dijo Alexa asustada.
_ ¡Solo quiero una cosa de vosotros! — Se le acerco a Alexa y
la empezó a tocar la cara.
Alexa, la veía que estaba aterrada. Con un miedo que no se lo
podía imaginar…
Pero al rato, de observar aquella mujer fantasma, vi que
vinieron más fantasmas a la habitación. La cosa ya empezó a ponerse un poco más
interesante. Los latidos de mi corazón como los de Alexa, se nos escuchaban
como latía.
_ ¡No temáis! Aunque seamos fantasmas no os vamos a comer… —
Dijo el fantasma más viejo.
_ ¡Son carne fresca! — Dijo una mujer fantasma.
_ ¡Parar ya! Dejar de decir cosas a estos chicos. — Dijo la
mujer del cuadro.
_ ¡Sí, madre! — Dijo los fantasmas.
_ ¿Tus amigos están abajo porque nos tienen miedo? — Dijo la
mujer fantasma.
_ ¡Sí! — Dije. ¿Pero todavía no nos has dicho que queréis de
nosotros? ¿Esta casa siempre ha estado aquí? — La dije a la mujer fantasma.
_ ¡En realidad, sí! — Dijo.
_ Y ¿Por qué no la hemos visto otras veces? — La dije,
entusiasmado.
_ ¡Porque no hemos querido nosotros! Queremos a uno de los
chicos… ¡Solo a uno! Y os dejamos salir de esta casa. Si no saléis antes que se
ponga el sol, perteneceréis a la casa. — Dijo.
Al escuchar eso, me quede un poco paralizado, pero reaccione
enseguida y la dije:
_ ¿A quién quieres? — La dije. — Quieres a Juan, Carlos o
Alex. — La dije, cabreado.
_ Y ¿Por qué solo a los chicos? — Dijo Alexa.
_ ¡Porque dijo que quería a uno de nosotros! — Dije a Alexa.
_ ¡No quiero a ninguno de ellos! ¡Te quiero a ti! Tobías —
Dijo la mujer del cuadro riéndose.
Al escuchar eso, me quede paralizado total. Al cabo de unos
segundos, dije:
_ ¡Esta bien! Si yo me quedo con vosotros, mis amigos se van.
— Dije.
_ ¡Sí! — Dijo la mujer del cuadro.
_ Y ¿Por qué Tobías? ¿Qué ha hecho Tobías para que os lo quedéis?
— Dijo Alexa cabreada.
Al cabo de unos segundos…
_ ¿Por qué no respondéis? — Dije cabreado.
_ Porque a ella no podemos responderla. ¡Solo a ti! — Dijo.
_ ¡Esta bien! ¿Por qué me queréis a mí? — Dije cabreado. — Ya no me daba miedo de
nada, ya estaba lo que se dice cabreado.
_ Te queremos solo por venganza, Tobías. ¡Venganza a tu
familia! — Dijo la mujer.
_ ¿Qué ha hecho mi familia para que os vengáis? — Dije.
_ ¡Esta bien! ¡Te lo voy a contar! Hace unos años atrás, en
los años treinta, nosotros éramos una familia noble, conocida por todo el
mundo…
_ ¿Cómo os llamáis? — Dije entusiasmado por saber quién eran.
_ ¡Nos llamamos, los Hernández! — dijo la mujer…
_ ¡Los Hernández! Me suena ese apellido. — Dijo Tobías.
_ ¡Fue tu familia que nos mato y nos condeno a vagar por el
mundo de los vivos! Me acuerdo cuando nos quemo la casa con todos nosotros dentro…
Como iba contando la historia la mujer del cuadro, me estaba
quedando sin palabras…
_ ¡Por eso, juremos que nos vengaríamos de tu familia! Por
eso, te quedaras con nosotros para siempre. En esta casa. — Dijo la mujer…
_ ¿Pero como fantasma también? — Dije.
_ ¡No! Como humano. Pero nunca morirás. Ahora te echo la
maldición que nos echo tu familia a nosotros…
_ ¡Esta bien! Pagare
por los pecados de mi familia en el pasado. Pero antes, quiero que me respondas
a la ultima pregunta que tengo que hacerte. — Dije más tranquilo.
_Cual es? — Dijo la
mujer…
_ ¿Por qué os vengáis ahora y no antes? Y ¿Quiero a mis
amigos fuera de la casa ya? — Dije.
_ ¡Esta bien! ¡La puerta ya está abierta! Cuando quieran podrán
irse. Y a tu pregunta es: Queríamos estar seguro que eras tu quien pasaba por
estos bosques. Siempre te hemos vigilado lo que hacías, Tobías… — Dijo
la mujer.
_ ¡Gracias por decírmelo! — ¡Chicos! Si alguien os pregunta
por mí, decir que hoy no nos hemos visto. — Dije a mis amigos con un tono
triste.
_ ¡Pero, Tobías! ¿Qué pasa si nos pregunta tus padres? — Dijo
Esther preocupada.
_ ¡Decirles la verdad! La maldición de los Hernández se han
tomado su venganza. — Dijo la mujer del cuadro.
_ ¡Eso mismo! Decirle eso a mis padres… y que siempre los
recordare a todos… — Dije ya llorando…
_ ¡Pero Tobías! — Dijo Alex…
_ ¡Alex! ¡Sácalos a todos de aquí! — Dije chillando.
Como Alex los estaba empujando para fuera de la casa; yo,
agarre a Alex y le di un abrazo mientras que le dedica al oído en voz baja.
_ ¡Cuídalos a todo! Y ¡Volveré como sea, espera mi seña!
_ ¿Cómo voy a saber la señal? — Dijo Alex muy entusiasmado.
_ ¡No lo sé! Pero tarde o temprano, la descubrirás… ¡Adiós mi
amigo!
Empuje a Alex fuera de la casa y me quede prisionero de esa
casa.
Una vez que estaba con todos aquellos fantasmas en la casa, dije
a la mujer del cuadro.
_ Y ¿Ahora que vais hacerme? Porque mis amigos ya no están… —
Dije sin miedo ninguno.
_ ¡Por ahora nada! — Dijo la mujer. — Ahora nos veras como éramos antes de ser
fantasmas nosotros. Tu ahora eres de nuestra familia. Uno más de la casa…
Autor:
Julio Moreno Escritor
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