Como iba caminado por el parque a estas horas de la
madrugada, me encontré con una casa que no la había visto en mi vida. Era una
casa la más bonita del mundo, con sus grandes ventanas y una puerta que llamaba
la atención de cualquier persona que pasara por al lado de esa casa. Yo no iba
a ser el que no se quedara mirando a esa puerta de la casa, si la verdad, nunca
había visto algo igual en mi vida.
Al cabo de unos minutos viendo la casa, me puse delante de
ella y llame.
Al ver que no me abría la puerta nadie, pensé que no estaban
o no vivían nadie allí todavía. Pero al darme la vuelta y andar unos metros,
sentí que abrieron la puerta y me di la vuelta a ver quién era y dije:
_ ¡Hola buenas! — Dije muy amablemente. — ¿Quién vive aquí
por casualidad? — Le dije al señor que me abrió la puerta, porque sabía que él
no vivía en esta casa lujosa. Y, aparte, porque el uniforme que tenía era de un
mayor domo.
_ ¡Aquí vive el Sr. William! Pero ahora se encuentra de viaje
por Europa. ¿Tienes cita con él? — Dijo el mayor domo.
_ ¡No! Solo era por curiosidad. — Dije. — Porque siempre he
pasado por aquí, y es la primera vez que he visto esta casa. — Le dije muy
seguro de lo que decía.
_ ¡Pues la verdad! Llevamos mucho tiempo viviendo aquí. — Me
dijo con un tono que no me gustaba mucho. Y luego se echó una risa corta.
_ ¡Este bien! ¡Gracias!
Nada más despedirme de ese hombre que no me daba buenas
espinas, seguí mi camino hacia mi casa.
Una vez que llegué a mi casa, me puse a pensar en lo que me
dijo ese hombre, que llevaba mucho tiempo viviendo ahí… y la verdad, que yo
recuerde, esa casa no la había visto ayer cuando pase por ese mismo sitio.
¡Bueno! Ayer estaba con el teléfono móvil ablando, pero seguro que antes de
ayer, no estaba. Eso me da muy mal que pensar…
Al día siguiente:
Volví a pasar por ese mismo sitio, pero esta vez sobre las
seis y algo de la mañana. Y vi la casa. A allí estaba en el mismo lugar de
anoche. La miré de reojo y seguí mi camino como todos los días de mi vida que
me voy a trabajar…
Nada más volver de trabajar, vi que la puerta estaba abierta
y la verdad, me mato la curiosidad de la casa. Y pase a dentro a verla.
Una vez dentro de la casa. Empecé a ver que había dentro y
quien vivía mirando cuadros que estaba colgados en la pared de la casa. Subí la
segunda planta y escuche que alguien estaba ablando detrás de unas de las
puertas de las habitaciones que había en el segundo piso.
Empecé a ver que habitaciones se escuchaban el sonido de cómo
la gente hablaba, hasta que di con la que había gente. Escuche que había dos
personas en ella, se parecía que estaban discutiendo por algo. Así que, decidí
esconderme en una de ellas habitaciones de la casa, y pasé a una de ellas.
Una vez dentro de la habitación donde me escondí, al ver la
habitación con mis ojos no me lo podría creer, era una habitación de cosas
antiguas. Este hombre se parece que no quería desprenderse de lo viejo, lo
conservaba todo, pero todo.
Al ver que habían salido ya de la habitación de al lado, abrí
la puerta muy despacio y fui a ver quién era esa persona con quien discutía en
la habitación de al lado.
Nada más abrir la puerta, vi que había alguien tumbado en la
cama. Parecía que estaba enfermo. Se parecía el mismo hombre de las fotos que
esta por toda la casa; pero esta vez más apagado, así que, Salí de allí como
pude sin alertar a nadie.
Una vez que estaba en la calle. Miré por detrás mía y vi al
mayordomo detrás mía con una cara de pocos amigos, así que, le miré sin miedo y
volví mi camino a mi casa.
Una vez en mi casa, empecé a pensar en aquel hombre que
estaba tumbado en la cama que estaba enfermo; mejor dicho, se parecía que se
estaba muriendo.
Por otro lado, no sabía qué hacer, era la primera vez que
había hecho esto de entrar en una casa ajena que no era la mía sin estar
invitado. Pero me salió bien, nadie resulto herido ni nada.
Aquel hombre que estaba tumbado en la cama me daba pena de él
de cómo se encontraba, no sé si estarán abusando de él, o no, pero volveré a
verlo, pero esta vez llamando a la puerta.
Al día siguiente:
Ya es hora de levantarme, son ya las ocho de la mañana y esta
vez no tengo que ir a trabajar, así que, me acercare por la casa, pero antes,
are unas cosas que tengo que hacer.
Sobre las once la de la mañana, llamé a la puerta de esa casa
misteriosa a ver si me habrían. Y la verdad, me abrieron la puerta; pero cuando
les dije que quería ver al dueño de la casa que estaba tumbado en la cama, me
dieron una mala noticia. Él dueño de la casa había muerto hace unas horas… su
corazón ya no aguanto más. Sobre las once de la noche murió.
Nada más enterarme, me sorprendió mucho. Ha ese hombre no le
conocía de nada, pero al verle allí en esa habitación y postrado en esa cama,
quien sabe que le estaría haciendo estos hombres. Les dije si podría despedirme
de él antes de enterrarlo, porque sentí su dolor como ayer me miraba y solo
quería morir. El mayordomo me dijo claro que sí, porque él era el único que
tenía como su familia. Al mayor domo, le dijo sus bienes y todo, según como me
dijo el mayordomo.
Ahora, ya poder seguir mi vida como era antes, pensar que esa
puerta un día me llamo su atención, la recordare como el hombre que habitaba en
ella tenía ganas de morir lo antes posible y dejar esta vida injusta que
vivimos cada día.
Autor: Julio Moreno Escritor
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